26 enero 2008

Me digo a mí mismo:

Alma mía: sola, ¡siempre sola!; sin que nadie comprenda tu sufrimiento, tu horrible padecer; fingiendo una existencia siempre llena de dicha y de placer, de dicha y de placer.

Si yo encontrara un alma como la mía, ¡cuántas cosas secretas le contaría!
Un alma que, al mirarme, sin decir nada, me lo dijese todo con su mirada. Un alma que embriagase con suave aliento, que, al besarme, sintiera lo que yo siento.

Y a veces me pregunto: ¿qué pasaría si yo encontrara un alma como la mía?

Un alma que al mirarme, sin decir nada, me lo dijese todo con su mirada; un alma que embriagase con suave aliento y que, al besarme, sintiera lo que yo siento.

Y a veces me pregunto: ¿que pasaría si yo encontrara un alma, como la mía?
José Feliciano - Alma mía